La Maria és la meva segona neboda, té 15 anys. Porta el cabell amb un bany de color negre, la ratlla dels ulls ampla i negre, les ungles pintades de negre. Vesteix, generalment de color negre, malgrat que també li agrada anar acolorida (com a la seva estimada tieta). Li agraden les calaveres, i porta els mitjons, guants, samarretes amb calaveres.
Per un treball de classe ha hagut de fer un relat curt. Us el penjo a continuació amb el seu permís.
"Todo instituto tiene su oveja negra, esa, era Melani. Era una chica alta, delgada, con el pelo largo hasta la cintura de color negro y liso. Le gustaba vestir con vaqueros anchos y camisetas ajustadas. No había recibido ningún tipo de educación, hacia lo que quería y decía lo primero que le pasaba por la cabeza.
Vivía en la quinta avenida, en una pequeña casa con su madre. Desde muy pequeña había tenido que escuchar noche tras noche las discusiones de sus padres. Hasta que, por fin, cuando tenia 10 años, se separaron. Su madre trabajaba todo el día, nunca se había preocupado por ella. Y su padre, cuando por fin pudo librarse de ellas, se fue y nunca le volvió a ver. Tuvo que aprender a cuidarse sola desde muy pequeña. Había aprendido a refugiar-se en sí misma y por eso tenía ese carácter.
En el instituto no tenía muchos amigos, se pasaba las horas de clase durmiendo o, sencillamente, ya ni se presentaba. Pero ese año algo cambió.
Cuando sonó el despertador, Melani se levantó, no había nadie en la casa, como de costumbre. Cogió la toalla y se fue a duchar. Después de ducharse, se vistió y bajo a la cocina. La nevera estaba vacía, así que decidió salir un poco antes para comprarse algo para almorzar.
Era el primer día de instituto, a Melani no le hacia mucha gracia volver a empezar, pero su madre la había amenazado con echarla de casa como ese curso faltara más de una vez a clase. Melani salió de su casa y cogió la bicicleta, no le gustaba ir con ella, pero de alguna manera tenia que llegar hasta allí. Al llegar, todo era normal, su instituto continuaba en el mismo sitio, ¡lo que hubiera dado porque ese verano se hubiera derrumbado! Cruzó la gran puerta metálica, y allí, de pie, en frente a ese edificio que tanto odiaba se encontraba ella. La gente parecía igual, todos con sus grupos de amigos, y ella sola. No le importaba no tener amigos, nunca los había tenido, y no los necesitaba. Al entrar por la puerta sonó el timbre, la gente empezó a correr de un lado a otro para no llegar tarde a la primera clase de ese curso, excepto ella. Tranquilamente, dejo sus cosas y cogió una libreta y un lápiz. Su primera clase era con el señor “Botella”, le llamaban así ya que desde hacia mucho tiempo llevaba unas gafas muy grandes y redondas. Entró en clase y se sentó en el único lugar libre que quedaba. A su lado, se encontraba un chico, no le tenía visto, así que supuso que era nuevo. Tenía el pelo oscuro, casi negro. Sus ojos de color miel la miraron y sus labios esbozaron una sonrisa. Se llamaba Aaron, tenía un año más que ella, ya que había repetido el último curso.
Durante unos meses le fue conociendo, era un chico bastante problemático, igual que ella. Melani sabia que no era una buena influencia, pero era el único amigo que había tenido en muchos años. A muchas de las clases que iban juntos se pasaba el rato durmiendo o hablando. No escuchaba ni tomaba apuntes. Aaron intentaba que Melani se saltara las clases para ir con él a otro lugar. Pero ella sabia que si se las saltaba, su madre no quería volver a verla, y se jugaba su futuro.
Un día, Melani, cansada de oír a Aaron una y otra vez, decidió saltarse una clase del señor “Botella”. Pensó que por una su madre no se iba a enterar. Así que cogieron sus cosas y se fueron.
Después de la clase de filosofía, el señor “Botella” dejó sus cosas en la sala de profesores y de dirigió a secretaría. Preguntó por los justificantes de Melani Cast y Aaron Martínez. Max, el secretario le dijo que no había dichos justificantes. El profesor, sabia el pacto que tenia la madre de Melani con ella, así que pidió los teléfonos de ambos y llamó a sus casas, primero, a la de la chica.
El teléfono sonó, Sara tardo un poco en cogerlo, ya que estaba en la cocina preparando la cena. Descolgó el auricular. “Botella” le contó a la madre lo ocurrido. Sara le dio las gracias y colgó.
Melani llegó de madrugada. La casa estaba silenciosa, no se oía ni una mosca. Entró por la puerta de detrás, cruzó la cocina a oscuras, no veía ni la punta de su nariz, pero al llegar al comedor alguien la estaba esperando. Su madre se levantó del enorme sillón verde. Melani se detuvo. Los ojos de su madre lo decían todo, se había enterado de que esa tarde había faltado a clase. Al lado de su madre había unas maletas, Melani no se lo podía creer. Sara las cogió, las sacó a la calle y, a su hija con ellas. Diez minutos más tarde la puerta de su casa estaba cerrada con llave y Melani sentada en la cuneta. Tenía frío, maldecía a su madre por haberla dejado allí fuera en una de las noches más frías del año, pero por otro lado la comprendía. Ella sabía que lo había hecho todo mal, y que debía escoger entre Aaron, su único amigo o su madre y su futuro. Pensó que ya eran suficientes lamentaciones por una noche, se levantó y empezó a chillar. La luz de la habitación de su madre se encendió y la ventana se abrió. Sara sacó la cabeza y gritó a Melani que se callara, que se lo había buscado ella sola. Melani comprendía a su madre y le pidió otra oportunidad, estaba segura que esta vez la cumpliría. Su madre tardo un rato un aceptar las disculpas de Melani. Pero al fin y al cabo, era su hija. A la mañana siguiente cuando llegó al instituto se encontró con Aaron, fue clara y concisa, -Adiós-. Melani intentó no encontrarse con él, en las clases, ya no se sentaban juntos, no hablaban, ni se miraban.
Melani acabó el curso, puede decirse que hasta con buenas notas. Su madre estaba muy contenta y no se arrepentía de haberle dado esa última oportunidad.
La chica pudo trabajar de lo que siempre había soñado, de abogada.
Siempre le quedó una duda, ¿Que había sido de su amigo Aaron?, es posible que aún siga durmiendo en la clase de filosofía…"
3 comentaris:
M'ha encantat lo de la segona oportunitat, malgrat tot a vegdades no es tant sencill.
Jolín, un pèl durilla la història, eh? Però m'ha agradat i trobo que està molt ben escrit. ¿No diuen que els nanos d'avui dia, d'escriure, ni per casualitat?
La teva neboda té fusta, com a mínim, de blocàire. Anima-la! ;-)
ostres, dura, duríssima, Ferran! Però està molt ben escrita: puntua molt bé aquesta noia (i és curiós que això avui dia sigui una cosa a admirar, eh?).
Anima-la que continuï escrivint i no ho deixi! Això sí, que segueixi l'exemple de la Melani i es faci advocada, perquè de novel·lista... poc que en viurà, eh? :)
En fi, enhorabona pel relat i per la neboda (molt guapa, eh?).
Ai, quantes alegries els nebots :)
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